Tipos de conocimientos:
1. Conocimiento sensible :
El hombre interior conoce estas cosas por medio del hombre exterior; yo, el ser interior yo el alma las he conocido por los sentidos de mi cuerpo
“Los animales, pequeños y grandes, la ven (belleza), pero sin poderla interrogar, pues en ellos no hay razón alguna”.
¿Quién es ese Dios al que yo amo?
“Interrogué a la tierra y me contestó: «Yo no soy tu Dios.» Cuanto vive en su superficie me ha contestado lo mismo; he interrogado al mar y a sus abismos, a los seres animados que en el evolucionan, y me han contestado: «No somos tu Dios; busca por en sima de nosotros.» He interrogado a los soplos aéreos, y el reino del aire con sus habitantes me contesto: «Anàminimes de equivoca; yo no soy Dios». Interrogue al cielo, al sol, a la luna, a las estrellas: « Tampoco nosotros somos Dios, el Dios que tú buscas», me afirmaron. Entonces dije a todos los seres que rodean las puertas de mis sentidos: «Habladme de mi Dios, puesto que no lo sois, decidme algo de Él.» Y me gritaron con voz poderosa. «Es Él quien nos hizo.» yo les interrogaba con mi propia contemplación, y su contestación era su belleza”.
Ejemplo:
cuando el uno (animal) no hace más que verlas, mientras que el otro (el hombre) las ve y las interroga; no aparecen bajo un aspecto diferente al uno o al otro; pero mostrándose iguales al uno y al otro, permanecen mudas para el uno, mientras contestan al otro. O, por mejor decir, hablan a todos, pero sólo las comprenden los que comparan aquella voz venida del exterior con la verdad que llevan en sí mismos.
Este tipo de conocimiento no le permite del todo a san Agustín conocer en profundidad aun sigue en esa búsqueda.
2. Conocimiento racional:
Aquí juega un papel muy importante la memoria ya que es allí, en efecto donde dispongo del cielo, de la tierra, del mar..., es allí donde vuelvo a encontrarme a mi mismo, de las cosas que hice..., es allí donde esta consignado todo aquello de que me acuerdo, por mis propias experiencias o por mi creencia personal.
La memoria, allí donde se encuentran los tesoros de las imágenes innumerables aportadas por las percepciones multiformes de los sentidos. Allí están encerradas todas las imágenes que nos formamos.
Cuando estoy allí, convoco todas las imágenes que me placen. Algunas se presentan en seguida; otras se hacen desear por más tiempo y hay que arrebatarlas a refugios más misteriosos; otras se precipitan en masa, cuando precisamente se buscaba, se deseaba otra cosa, y que, situándose en primer plano parecen decir: «¿somos nosotras, tal vez?» Yo las alejo, con la mano del espíritu, del rostro de mi recuerdo, hasta aquella que yo deseo salga de la nube, y desde el fondo de su refugio se ofrezca a mis ojos.
Y no son simple imágenes, sino que son esos conocimientos mismos que llevo en mi.
Esta misma memoria contiene las impresiones del alma.
Ejemplo:
Me acuerdo de haber estado alegre, sin estarlo ahora; triste, sin que ahora lo esté.
3. Quiero conocer, pero no vasta con mis propias fuerzas humanas es necesario dejarme iluminar por Èl:
Yo sabía qué otra luz debía iluminarla para que participase en la verdad, no siendo ella misma esencia de la verdad. «Vos iluminaréis mis tinieblas», «Vos sois la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene al mundo», y «no hay en Vos ni variación ni eclipse momentáneo»
¡Tarde te he amado, Belleza tan antigua y tan nueva , tarde te he amado! Y estabas en mi interior, y yo estaba fuera de mí mismo! Y te buscaba fuera de mí.
El bien supremo ha hecho, en verdad, cosas que son buenas en menor grado que Èl y por consiguiente creador y criaturas, todos son buenos.
... amaba las bellezas de orden inferior y avanzaba hacia el abismo.
aún no sabía ver la profunda raíz de esas grandes ideas en vuestro arte, oh Dios todo poderaoso «que realizáis sólo maravillas».
mi espíritu recorría las formas corporales. Yo definía lo bello como «lo que gusta por sí mismo»
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