La vida, concebida por Foucault, se convierte en una fuerza fundamental que se opone al ser, como se opone el movimiento con lo inmóvil, el tiempo con el espacio, lo secreto a lo visible. La vida sería la raíz de toda existencia y lo no vivo, la naturaleza inerte, no sería más que “vida recaída”. Sólo hay ser por que hay vida, pero en ella, los seres no son más que figuras transitorias, el ser que mantienen durante su existencia, no será más que presunción, voluntad de subsistir. Esto se da a tal grado, que el conocimiento de el ser de las cosas es pura ilusión, la cual debe combatirse para “volver a encontrar la violencia muda e invisible que las devora en la noche”. Se trata de fundamentar el fenómeno, de establecer su límite y su ley, relacionarlo con la finitud que lo hace posible, pero también de disiparlo y destruirlo como la vida, disipa y destruye los seres: “por que todo su ser no es más que apariencia”. La individualidad y la objetividad, son destruidas, disipadas, y restituidas a la pura voluntad sin fenómeno que les permitió nacer y que los sustenta por un instante, se trata de momentos verdaderamente paradójicos que se niegan unos a otros ; “Cuando un pensamiento prevé el fin de la historia, otro anuncia el infinito de la vida; cuando uno reconoce la producción real de las cosas por el trabajo, el otro disipa las quimeras de la conciencia: cuando uno afirma las exigencias de la vida del individuo junto con sus límites, otro las borra en el murmullo de la muerte”.
Y he aqui una de los argumentos de Foucault para establecer que desde la antigüedad, con el Imperio Romano, se ha venido construyendo una noción del sujeto, en donde por un lado se le pide renuncia al poder y cuanto más sometido a lo impuesto por dicho poder, más soberano se es. Es el doble juego de los derechos y las obligaciones, por un parte, cedo mi autonomía al Estado, y en cambio se me concede la ciudadanía, se trata del individuo libre en su interioridad, pero sujeto a leyes que lo rigen en su exterioridad. Lo que en realidad ha significado una obstrucción del poder, y que en la modernidad se experimenta un rechazo a dicha dialéctica, ya sea a través de la lucha política, a traves de la supresión de tabús, ruptura con lo prohibido y con lo normativo.
El ejercicio del poder puede producir tanta aceptación al punto de ser deseado: puede acumular muerte y cubrirse a sí mismo detrás de cualquier amenaza imaginable. En sí mismo el ejercicio del poder no es violencia, tampoco es consentimiento, que implícitamente es renovable. Es una estructura total de acciones traídas para alimentar posibles acciones; el incita, induce, seduce, hace más fácil o más difícil, en el extremo, el constriñe o prohibe absolutamente; es a pesar de todo siempre, una forma de actuar sobre un sujeto o sujetos actuantes en virtud de sus actuaciones o de su capacidad de actuación.
Se ha pasado de un sistema de castigos a uno de vigilancia, se acabaron los castigos corporales, casi se extingue la pena de muerte, y ahora se opta por encerrarlos en prisiones donde puedan ser vigilados de no cometer ningún delito, que atente contra la sociedad y sus intéreses. Este sistema de vigilancia se extiende obviamente a las demás instituciones, y tal vez sea por ello, que los jóvenes en las escuelas, en las familias, en las fábricas, se sientan más vigilados, para que no hagan algo que vaya a dañar a la comunidad, a que la ubicación de verdaderos espacios de formación de una subjetividad libre, propia, auténtica. Se trata de la imposición de un tipo de moralidad, que dictamina y establece que es lo bueno y que es lo malo, que es aquéllo que conviene a la sociedad y que no, como provocar el orden y combatir el desorden, etc. Convertir al individuo en sujeto moral, en resumen.
Ya se mencionaba al cuerpo como nucleo donde podemos localizar el poder. Foucault va a afirmar que incluso el cuerpo es ocupado por el poder, cuando se va tomando conciencia de éste, en la línea de fomentar el deseo por el propio cuerpo, esto es, estimulando la obsesión por él, promoviendo su culto, dandole un lugar especial. Pero, al mismo tiempo, el cuerpo se revela en contra del poder que es ejercido contra él, cuando se siente cohibido o reprimido en sus ámbitos de salud, placer, pudor. El cuerpo entra al escenario, incluso del juego político, para ser objeto de las relaciones de poder, como ejemplo tenemos todas aquéllas regulaciones que se generan a partir de la sexualidad, la reproducción, el matrimonio, y que tienen que ver con una regulación directa del cuerpo. Y, en efecto, hoy vivimos más que una control-represión del cuerpo, un control-estimulación de éste; como respuesta a la rebeldía del cuerpo, se responde con la explotación económica de toda una creación de artículos de belleza, productos diseñados para satisfacer el placer de los individuos, lo cual no provoca que no tarde en surgir, un nuevo protesta frente a dichas formas de explotación de los cuerpos y de su sexualidad.
El ejemplo que propone Foucault es la masturbación en los jóvenes, que desde un principio se buscó ejercer un control, y para ello se pone en marcha toda una serie de instituciones que repriman dicha manifestación sexual de los cuerpos, ya sea la familia, la escuela, la religión, etc. La sexualidad de los jóvenes sería otro de los aspectos a vigilar y regular, para evitar la degeneración de si mismos, y como consecuencia de la sociedad. Pero esto crea al mismo tiempo una lucha por la satisfacción de los deseos, así como la necesidad de una manifestación libre de la sexualidad, lucha que emprendieron las jóvenes generaciones, a la que se le ha respondido con una explotación del cuerpo y del sexo, promoviendo como necesidad primordial la satisfacción de los placeres, la construcción de una sociedad hedonista, en donde el blanco principal son jóvenes, y en donde las manifestaciones de tipo sexual suelen presentarse de lo más variadas y diversas.
El ejercicio del poder se da a través del cuerpo, es por ello que surgen los regímenes disciplinarios en las escuelas, las fábricas, las ciudades, las familias, etc. Las cuales enfrentan hoy en día una relajación en sus normativas, el poder sobre el cuerpo se ha relajado. Lo anterior se sustenta, en el hecho de el poder no tiene únicamente la función de reprimir, de censurar, de excluir o de obstaculizar, como ya se ha dicho, el poder tienen tambien esa función esencial de producir conocimiento, el poder sobre el cuerpo ha dado origen a saberes de tipo fisiológicos, orgánicos. Y será por ello que nuevas formas de enfrentar la dominación sobre el cuerpo o su explotación surgirán, para continuar la diálectica de las relaciones de poder, las cuales no dejarán de subsistir.
Me parece que el punto neurálgico en la teoría de las relaciones de poder, subyace en el planteamiento foucautiano de que al comienzo de las sociedades industriales, se instituyó un aparato encargado de establecer penas y normas, de vigilar y castigar al delicuente y a los delitos, el cual tenía como objetivo de fondo determinar quiénes son normales y quiénes anormales, pero que en el siglo XIX, a traves de ofensivas y contraofensivas, de efectos y contraefectos, hacia dicho aparato, y en contra de dichas determinaciones, se ha producido una realidad tan compleja como la que ahora vivimos. Por que las categorías de lo bueno y la malo, se subvierten, la línea divisoria entre la normal y lo anormal desaparecen, y los nuevos juegos de poder se suceden para dar por resultado nuevas subjetividades, nuevos modos de comportamiento, que tienen su base en los acontecimientos que a partir del siglo XVI, se han originado y, por lo cual, requerimos de una arqueología del saber, es decir, una arqueología de como las ciencias humanas han abordado el estudio de los mecanismos de poder y de como estos se han incardinado en el cuerpo, en los gestos, en los comportamientos, lo cual no es más que una aproximación.