
“El amor se puede contar; pero la narración del efecto nunca podrá sustituir la experiencia de una caricia”
Las relaciones interpersonales ciertamente son complejas. No podemos decir que se dan de manera natural y fácilmente. Implican un esfuerzo, o sea, es necesaria la fuerza para poder establecer relaciones con otros. Pero esa fuerza no tiene nada que ver con la agresividad o la violencia, sino con la capacidad de negarse a sí mismo, de afrontar el egoísmo, y salir fuera de sí para encontrarnos con el otro, aun cuando éste sea detestable.
Definitivamente en las relaciones interpersonales hay grados de amor y amistad. No es el mismo amor que se le tiene a una madre que ha sido significativa en la vida personal, que un funcionario del gobierno con el cual tenemos que relacionarnos para hacer un trámite de algo. Sin embargo eso no significa que, por ser una persona de alguna manera alejada y extraña a nosotros, vayamos a expresarle rechazo y odio sin motivo alguno.
Por otro lado las relaciones también se vuelven complicadas porque implican los sentimientos, afectos, voliciones, pulsiones, deseos, etc., o sea, la corporeidad, es decir, ésta es sexuada. Por otro lado, en la base de las relaciones interpersonales se encuentra el amor, como lo máximo a aspirar en ellas.
También el amor es condición de madurez humana en las relaciones interpersonales. El amor como entrega, donación, hace referencia a su cualidad oblativa, que permite distinguir entre lo auténtico y lo no auténtico que pueda darse en el amor. Podemos decir, entonces, que no hay relaciones interpersonales auténticas que no estén fundamentadas en el amor, es el elemento característico, que da sentido a cualquier tipo de encuentro entre humanos. Aun cuando sean relaciones meramente funcionales, estás están permeadas por amor, que al menos me hace respetar al otro y llamarle por su nombre.
La temática no está terminada, quedan muchos aspectos por tratar, y otros por descubrir, sin embargo la constitución del humano como ser-en-relación-con-otros es evidente, y por ella podemos conocer más al hombre.
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