
Las sociedades humanas han tenido a lo largo del tiempo diferentes formas de funcionamiento, dependiendo del punto de partida que se asuma, así por ejemplo han aparecido sociedades cuyo fundamento tiene un carácter teológico, u otras sociedades que se valen de la igualdad entre los seres, etc., así hasta llegar a las sociedades contemporáneas cuyo fundamento se basa en el hombre como ser consumista, al igual que otros reduccionismo que mira al hombre desde un solo aspecto, en este caso se le considera en cuanto se convierte en un elemento más de una sociedad que ha adoptado como único credo, los mandamientos de una economía de mercado. Los seres humanos insertados en este sistema consumista llegan a convertirse también a sí mismos en mercancías, nada debe de salvarse según la lógica misma en que funciona dicho sistema, por eso tiene que enfrentarse directamente a todo aquello que represente un orden diferente , a través formas diferentes de relación entre los hombres. Desde luego se podría dudar de que esta sociedad basada en el consumismo haya sido producto de una persona o un grupo reducido de personas que han querido organizar las sociedades humanas entorno a la imagen de un ser humano desprovisto de los lazos más vitales que lo unen con los demás seres humanos, pero lo cierto es que este estado de cosas es beneficioso sólo para unos cuantos, quizás se piense que el mismo desarrollo del capitalismo ha llevado al extremo las características que hoy predominan, características que ya estaban presentes desde su aparición.
La imagen del hombre de la sociedad consumista es un ser que está inmerso en una red de consumo de la que parece no poder escapar, porque se le muestra un mundo que no puede escapar a las leyes del mercado. La conducta del hombre está motivada por su capacidad competitiva que lo coloque así mismo como una de las mercancías de uso, Frankl ya había escrito sobre el peligro del reduccionismo, su perspectiva pretende mirar al hombre como un ser esencialmente espiritual de la que los hombres en su vida cotidiana deben de responder con la realización de un sentido, que no es ni la búsqueda de placer, ni de poder, ni tampoco la realización de sus potencialidades, un sentido que siempre se dirige hacia su prójimo. Parece ser que la sociedad capitalista que en otro tiempo se presentaba así misma como la garante de la libertad frente al comunismo, se ha quitado el velo y dejado ver su verdadero rostro, al querer borrar de las sociedades humanas, la diversidad y autenticidad, valores que en otro tiempo había impulsado.
La imagen del hombre de la sociedad consumista es un ser que está inmerso en una red de consumo de la que parece no poder escapar, porque se le muestra un mundo que no puede escapar a las leyes del mercado. La conducta del hombre está motivada por su capacidad competitiva que lo coloque así mismo como una de las mercancías de uso, Frankl ya había escrito sobre el peligro del reduccionismo, su perspectiva pretende mirar al hombre como un ser esencialmente espiritual de la que los hombres en su vida cotidiana deben de responder con la realización de un sentido, que no es ni la búsqueda de placer, ni de poder, ni tampoco la realización de sus potencialidades, un sentido que siempre se dirige hacia su prójimo. Parece ser que la sociedad capitalista que en otro tiempo se presentaba así misma como la garante de la libertad frente al comunismo, se ha quitado el velo y dejado ver su verdadero rostro, al querer borrar de las sociedades humanas, la diversidad y autenticidad, valores que en otro tiempo había impulsado.
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