miércoles, 27 de mayo de 2009

El papel de Eros y la relación entre sexualidad y virtud (El deseo humano).

En el mito del andrógino queda claro que “el amor no existió entre nuestros esféricos antepasados. No vino al mundo sino hasta que éstos fueron partidos en dos”[1]. Entonces, cada mitad suspiraba por la otra parte de la que había sido separada. Por lo que siempre que las partes se encontraban, se abrazaban y pretendían crecer juntas de nuevo. No se separaban ni siquiera para buscar alimento. La raza hubiera muerto de hambre si Zeus no se hubiera apiadado de las creaturas biseccionadas, trasladándoles los órganos reproductores de un lado a otro para que, al abrazarse, algunos de los mortales pudieran engendrar a nuevos miembros de la raza. Pues hasta entonces, la procreación había tenido lugar sin coito.

A partir de aquellos acontecimientos prehistóricos, todo ser humano ha sido únicamente la mitad de sí mismo, buscando siempre a la parte opuesta que volvería a hacer de él un ser completo. Así, queda claro que el amor “no es sino en el nombre del deseo y la búsqueda de la plenitud”[2].

También podemos verificar que la relación entre amor y sexo en el mito de Aristófanes ambos se encuentran esencialmente conectados. “Amar es anhelar la otra mitad de uno –el otro yo o alter ego – y eso sucede antes de que Zeus traslade los órganos reproductores al frente para hacer posible la cópula sexual”[3]. Con queda claro que para Aristófanes lo mismo que para Platón, el sexo es un recurso físico, ya que desde su perspectiva el sexo es necesario para la procreación por nuestra condición dividida; puede proporcionarnos una unión rudimentaria con otra persona, pero no implica en sí mismo la naturaleza del amor. “Lejos de ser sexual, el amor es la búsqueda de ese estado de plenitud en el que el sexo no existiría”[4]. Lo cual nos revela que Eros es un estado de plenitud, en el cual el sexo no está necesariamente a la base de sus preconcepciones.

Pero el amor no es solo el deseo, ya sea de la mitad o del todo “a menos de que se dé la coincidencia de que éste sea de algún modo bueno, ya que aun sus pies y sus propias manos están dispuestos a amputarse los hombres, si estiman que los suyos son malos”[5]. Sócrates va mucho más allá de la posición de Aristófanes porque si el amor es deseo de la mitad o del todo sólo cuando éstos son buenos, la fuerza motivadora del amor es un anhelo de bondad y no simplemente de plenitud.

Es por ello que podríamos concluir que para Sócrates el amor siempre se dirige a lo que es bueno y de que la bondad es el único objeto del amor. Pues cuando el hombre ama, en realidad lo que éste busca es poseer la bondad que hay en ese algo. Y no sólo temporalmente sino con un carácter permanente, no causalmente sino con ese anhelo ferviente que los hombres han asociado siempre al amor. Así, la filosofía erótica de Platón concluiría que “el amor es el deseo de la posesión constante de lo bueno”[6].
Podemos verificar como los griegos tenian claro cual eran las motivaciones y por lo tanto la naturaleza de sus deceos. El punto es si el hombre contemporáneo sabe qué es lo que decea. Me parace que día a día el hombre habla más de sus cosas y manifestaciones exteriores, y deja de lado su conocimiento interior.

[1] I. SINGER, La naturaleza del amor, volumen 1, primera edición en español 1992, p.69
[2] Ibíd., p. 70
[3]Ibíd.
[4] Ibíd.
[5] PLATÓN, El Banquete, en: I. SINGER, La naturaleza del amor, volumen 1, primera edición en español 1992, p.71.
[6] Ibíd., p.72.

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